El caso de Notimex, empero, llama poderosamente la atención, toda vez que la directora de la agencia, la periodista Sanjuana Martínez pasó por alto la normatividad laboral vigente y se fue con todo contra el Contrato Colectivo de Trabajo, los trabajadores tutelados por éste, sus derechos y hasta contra su dignidad.
Se trata de más de 100 afectados por los despidos, todos reemplazados pero no precisamente por los periodistas más competentes: lejos de eso, los substitutos carecen del perfil adecuado y, por lo general, ni siquiera son periodistas, según acusación de los trabajadores despedidos.
¿De qué se trata?
¿Es acaso un menosprecio por el ejercicio periodístico que, en la lógica de Sanjuana, puede hacer cualquiera?
¿Se trata tal vez de que la ahora funcionaria considera que su encargo es la oportunidad que esperaba para hacer cuanto le viniera en gana y, en esa dinámica, beneficiar a sus cuates?
¿O tal vez la señora Sanjuana es la punta de lanza de una política laboral que en Notimex se ensaya y cuyo objetivo es cercenar a los trabajadores los derechos conquistados porque la funcionaria considera que son privilegios impropios de la Cuarta Transformación?
De ser así, se estaría enderezando una embestida contra los trabajadores de base, tanto del gobierno federal como de gobiernos locales, una reedición de lo que ya se hizo con empleados de confianza y la alta burocracia. Y siempre bajo el pretexto de la austeridad republicana.
No parece probable que así sea, no solamente porque ese proceder –despótico y autoritario contra sus pares, los reporteros trabajadores de Notimex-, no es congruente con el discurso de López Obrador, sino porque significaría un disparo en el pie del mandatario, un atentado contra un sector importante del sustento del mandatario: la clase trabajadora.
De no haber rectificación, como sucedió con el IMER, en el caso de Notimex se estaría sentando un precedente lamentable de impunidad y simulación, pese a que el Presidente ha dicho que “no somos lo mismo” en relación a los gobiernos neoliberales que le precedieron.
Hay preguntas que deben ser contestadas que no le tocan sino al Primer mandatario: ¿estaba enterado de cuanto sucede en los medios públicos?, ¿quién sigue?, ¿habrá rectificación?
Veremos…
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