Si bien les reconoció su derecho a manifestarse públicamente y aún prometió que no habrá de ejercer represión alguna por marchas y movilizaciones como las que llevaron a cabo para impedir a legisladores que aprobaran la propuesta de reforma de ley de su administración en materia educativa, les dijo: “no hay razón, aunque existe el derecho libre a la manifestación, pero no hay argumentos para sostener que estamos incumpliendo con nuestra palabra y con nuestro compromiso”.
En esa su conferencia matutina del Jueves último, López Obrador admitió que no sabe qué motiva el movimiento de la CNTE que impidió a legisladores el quórum mínimo indispensable para aprobar –o en su caso, desechar- el dictamen que en comisiones ya había pasado. “Y quiero que se debata sobre este asunto de manera abierta al interior del movimiento magisterial, que lo hagan todos los trabajadores de la educación y, de manera especial, que se debata en el movimiento democrático magisterial para que se defina una postura con claridad”.
Cauto, el Primer mandatario dijo que la movilización centista “es algo parecido a lo que suele pasar: que grupos que en apariencia son radicales, sus actitudes demuestran más su adhesión al conservadurismo. Este es otro de los casos”; y enseguida los convocó a dialogar tanto con los secretarios de Gobernación como de Educación Pública, Olga Cordero y Esteban Moctezuma, respectivamente, al tiempo que pidió a los maestros no se confundan: que su gobierno no es represor si bien entiende la costumbre que tienen de enfrentar a regímenes autoritarios.
“Pero ya no es así”, les dijo.
Afirmó que incluso recomendará al Poder Legislativo “de manera muy respetuosa” que no sesionen para evitar cualquier provocación porque, dijo, “lo mejor es la paz y la tranquilidad”.
Pero enseguida hizo una declaración llena de significado. “Y que todos, todos los mexicanos nos atengamos a la opinión pública, al criterio de los ciudadanos, que sean los ciudadanos los que decidan y califiquen si estamos bien en nuestras posturas. Ya no hay posibilidades para la imposición ni para el extremismo, esta ciudadanía está muy politizada, muy consciente”.
Pidió que el debate se haga en redes sociales, en las comunidades, en los pueblos; que se debata al interior del movimiento magisterial, “entre todos para hacer valer la democracia”.
Al día siguiente, el Presidente López Obrador dijo que se había sostenido un diálogo que, aseguró “ayudó mucho, porque se aclararon muchas cosas, había algunos malentendidos, nosotros reiteramos el compromiso de cancelar la mal llamada Reforma Educativa”.
Dijo al respecto que no hay otra intención. “Esto para que todos los maestros de México lo sepan: se van a abrogar, a cancelar, todas las leyes secundarias, todos los reglamentos, que se aprobaron para imponer esta Reforma Educativa. Y va a haber una nueva reforma a la Constitución, que es lo que se está proponiendo, que tiene una dimensión completamente diferente: apoyar la educación pública, gratuita, de calidad, en todos los niveles escolares. Es educación gratuita, obligatoria hasta el nivel superior”.
Aún falta saber cuál será la respuesta que dará la Coordinadora a la nueva reforma educativa del Presidente López Obrador; la promesa que sus dirigentes hicieron en el sentido de someterla a la consideración de sus bases –acompañada del levantamiento de los bloqueos-, parece preludio de un acuerdo tan inédito como necesario para destrabar la potencialidad del sistema educativo mexicano. Veremos.
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