Para algunos el 11 de septiembre pasado significó la debacle de la democracia mexicana. Ese miércoles, en votación muy ajustada (por dos votos), el Senado de la República ratificó la aprobación de las reformas al poder judicial que, no insistiremos en el punto, es ya cosa juzgada.
Lo que sí cabe es preguntarnos qué ocurrió en la persona de esos dos Yunes que en cosa de horas decidieron tal felonía contra el acuerdo de su bancada. Padre e hijo, ex gobernador y ex alcalde jarocho por el PAN, abandonaron la cureña del cañón en un momento decisivo.
La frase proverbial de Álvaro Obregón sentenciaba que no había general en rebeldía que resistiera “un cañonazo de 50 mil pesos”. Por lo demás, en España les llaman “políticos chaqueteros” pues a la menor provocación cambian de vestimenta. De chaqueta azul a roja, o verde, lo que se precise. Acá hemos optado por denominarlos “chapulines”, y su verbo chapulinear. Del PRI al PRD, y del Verde a Morena. ¿Los cañonazos? Ha trascendido en los medios que fueron de 25 millones. Habría que consultar con el cuerpo de artillería.
Traición, felonía, delación. Los sinónimos del acto varían según las circunstancias. ¿Y qué ocurrió cuando los prohombres del PRI –Muñoz Ledo, Cárdenas, Ifigenia– lo abandonaron para fundar el PRD? Las circunstancias eran otras, se podrá argumentar, porque siempre la circunstancias son otras.
“Ha sido la decisión más difícil de mi vida. He determinado dar mi voto a favor del dictamen para crear un nuevo modelo de impartición de justicia. México no se va a destruir si se aprueba, ni va a cambiar en automático el sistema de justicia en el país. Yo no estoy de acuerdo en restringir mi libertad por amenazas”, puntualizó Yunes Márquez el jueves 12. Así sea.
Todo se remite al “punto de vista”. Mi opinión contra la tuya. “Discúlpeme, pero yo tengo otra manera de ver las cosas”. No comparten el mismo punto de vista Volodímir Zelenski que Vladimir Putin. Para uno fue una declaración de guerra la invasión a su país, para el otro se trata de un simple “operativo táctico” para liberar a sus connacionales. Y cuando las palabras no convencen, se pasa a la disuasión por medio de las armas, que para eso se inventaron.
Todo se remite al huerto de Getzemaní, donde Jesús permanecía reunido con sus discípulos, menos uno, que llegó tarde y se dirigió a él para saludarlo con un beso. En el acto fue apresado por los esbirros enviados por Caifás; todo a cambio de 30 denarios de plata que, por lo que se ve, le hacían falta a Judas Iscariote.
Traidor es aquel que conspira bajo el disfraz de amistad. “Desleal, infiel, renegado, desertor, felón, judas”, son los sinónimos que hallo en mi diccionario. La nueva gramática, ¿marcará que judas se escriba con Y? Habrá que sumar una canción nueva a nuestra lírica desangelada.
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