El deslinde que un día después hizo el político michoacano sobre su supuesta pertenencia al Colectivo por México, seguro que hizo enrojecer de vergüenza el rostro del tabasqueño, quien no tuvo más remedio que corregir, disculparse y auto enmendarse la plana.
Este punto igualmente confirma que el Primer Mandatario no tiene cerca quien lo llame a la mesura o le contenga esa belicosidad impaciente que se traduce en desafortunadas declaraciones que luego lamenta. Y que más desafortunadamente aún, lo llevan a restar aliados, a sumar adversarios.
Con todo y lo visceral de su reacción ante la mentira, no tiene desperdicio, empero, el resto de lo que López Obrador expresó sobre la pertenencia de Cárdenas a dicha agrupación, a la postre falsa. Cuando el mandatario pintó su raya al afirmar que o se está con el pueblo o con los oligarcas rompió con la costumbre que tenemos de ver cómo las alianzas entre partidos y grupos de poder definen al ganador de comicios y al gobernante o gobernantes de los próximos sexenios.
Y con este rompimiento, López Obrador de nuevo sorprende porque la costumbre haría suponer que buscaría aliarse con sus semejantes con aquellos que desde la óptica ciudadana se ven como afines ideológicamente.
Pero lo que el Presidente ha dicho es que su apuesta es por la ciudadanía y por el pueblo; es decir: que no va a buscar la continuidad de la Cuarta Transformación a través de aliarse con partidos y grupos, por más afinidad ideológica que haya tenido o aún tenga con ellos.
Sin duda que -como ha dicho hasta la exasperación-, tiene sus otros datos. Y en su lógica tiene bastante sentido concluir, por ejemplo, que si ya alcanzó la presidencia sin PRD y sin Movimiento Ciudadano, por ejemplo, tampoco habrá de necesitarlos ahora.
Sus sumas no van en ese sentido, sino con aquellos 30 millones de ciudadanos que le dieron el voto en 2018 y lo pusieron en la silla presidencial.
La oposición, en cambio, busca alianzas. Y, en honor a la verdad, lo hace para que sus integrantes subsistan como dirigentes de grupos o de partidos, sin que mucho importe lo disímbolos que sean entre sí, ni su mutua y excluyente lejanía ideológica.
Para la ciudadanía –al menos para ese poco más de 60 por ciento que, según encuestas, da todo su apoyo al Presidente-, está claro que su voto será para quien garantice continuidad en el otorgamiento de pensiones y becas; recuperación salarial; empleo formal, sometimiento de la inflación, cero devaluaciones y cero endeudamiento.
Y ciertamente mejoría en los servicios de salud, abasto suficiente de medicamentos y la derrota de la inseguridad con que aún retan organizaciones criminales a la ciudadanía y al Estado.
¿Tiene la oposición un proyecto para eso. O sólo tiene candidatos?
Deja un comentario