De acuerdo a cálculos de los investigadores, si este meteorito hubiera colisionado con el planeta, se habría producido una detonación con una potencia superior a 3.000 explosiones equivalentes a aquella que se conoce como la explosión de Tunguska. Según lo registró, entonces un científico mexicano, José Bonilla, cuyos apuntes fueron retomados por los actuales astrónomos del país y publicado, en un artículo, por la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
Un equipo encabezado por Héctor Manterola, del Instituto de la Geofísica de la Universidad Autónoma de México, estudió las enigmáticas imágenes tomadas por el astrónomo mexicano Bonilla el 12 y 13 de agosto de 1883, y que vieron la luz en 1886 en la revista L´Astronomie.
Durante esos días del avistamiento en el Observatorio de Zacatecas, Bonilla registró 447 objetos que cruzaron frente al Sol envueltos en una “bruma”, según describió.
El astrónomo no ofreció ninguna explicación respecto al fenómeno observado, pero posteriormente los editores de la revista plantearon las hipótesis de que los objetos habrían podido ser aves, enjambres de insectos o partículas de polvo. Las fotos incluso se consideraron, audazmente, como el primer caso documentado en la historia de la aparición de un OVNI.
Ahora, Manterola y su equipo analizaron los datos de la observación, de nuevo, y dedujeron que Bonilla observó un cometa que se acercó a una corta distancia a la Tierra y se desintegró en numerosos fragmentos. Según sus cálculos, los objetos pasaron a una distancia de 538 a 8.060 kilómetros de la Tierra; tenían de 46 a 795 metros de ancho, de 68 a 1.020 metros de largo. La masa del cometa antes de desintegrarse habría podido alcanzar 8,19 x 1015.
Los científicos indican que la única clase de objetos en el sistema cósmico que pueden estar rodeados por una “bruma” son los comentas. La presencia de ellos, en este fenómeno estudiado, indica que “el cometa de Bonilla” se había desintegrado poco antes de ser detectado, por lo que no todas las sustancias volátiles se habían evaporado.
En los más de 130 años que han pasado de ese evento estelar, se han observado más de 40 casos de la desintegración de cometas. Otro de ellos que se destruyó en las proximidades de la Tierra, aunque en su caso lo hizo a millones de kilómetros, fue el comenta de Schwassmann-Wachmann, que se hizo pedazos a fines de 1990.
En peligro constante
Según la NASA, cada año el mundo vuelve a la realidad y se da cuenta de lo vulnerable que es en el universo. Con una gran frecuencia hay noticias en las que se afirma que un asteroide pasará muy cerca de la Tierra, aunque para su tranquilidad, no llegan a impactarla.
Durante la existencia de la tierra ni una vez sola ha sido golpeada por un asteroide lo suficientemente grande como para poner en peligro la existencia de la raza humana.
Hace unos años, en febrero de 2013, un meteorito que no había sido avistado por la NASA ni ningún otro organismo espacial, chocó con contra la zona sur de los Urales, en Rusia, dicho meteorito poseía 17 metros de alto y 15 metros de ancho y su masa total ascendía hasta las 10.000 toneladas y su impacto causó una explosión que liberó una energía de 500 kilotones.
Entonces, 1491 personas resultaron heridas, pero ninguna de ellas de gravedad y tampoco murió nadie, como consecuencia del impacto. Sin embargo, este hecho provocó que los científicos comenzaran a mirar un poco más hacia el cielo.
Por esto, hace poco la NASA anunció que en la actualidad existen ocho asteroides potencialmente peligrosos que podrían chocar contra la tierra; sin embargo, aún no se han dado a conocer los datos sobre las dimensiones de los meteoros: a qué distancia se estima que pasen de la Tierra y en qué momento pasarán en sobre planeta; esto simplemente para no aterrorizar a la humanidad.
Por ahora, lo único cierto que se sabe, es de donde proceden los datos, pues fueron aportados por la sonda Neowise, quien midió e identificó más de 19 mil asteroides, de los cuales solo 439 podrían acercarse lo suficiente a la Tierra como para ser un peligro, y de ellos ocho son potencialmente peligrosos.
Por el momento, los científicos han comenzado a analizar la trayectoria, la velocidad y las dimensiones de los mismos para estimar si existe verdadero riesgo o no para el planeta. En este sentido, los científicos de la NASA están preparando una prueba mediante la cual esperan poder desviar la trayectoria de un meteorito mediante el lanzamiento de una pequeña nave llamada Didymoon que esperan poder variar la órbita de un satélite que pasará cercano a la Tierra en 2022.
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