Y es que el Presidente López Obrador ha justificado la cada vez más extendida presencia del Ejército mexicano, en tareas que no le son propias, con el argumento de combatir más eficazmente la corrupción, en el entendido de que los militares, según su perspectiva, son incorruptibles.
Como sea, la suspicacia se despertó de nuevo sobre la integridad de las fuerzas armadas y, en automático, se reabrieron casos como el de los 43 de Ayotzinapa o Tlatlaya, ambos ocurridos cuando Cienfuegos, era el secretario de la Defensa…
Y la nueva semana inicia con resultados preliminares pero casi seguros de la sorprendente victoria priísta en comicios locales celebrados en Coahuila e Hidalgo, a la antigua usanza, esto es, la del carro completo.
Sin duda, un primer y doloroso saldo político del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que apenas en 2018 había también sorprendido con triunfos arrasadores, si bien en comicios a nivel federal.
Pasados dos años de aquél suceso, Morena no solamente no logra superar sus diferencias internas para renovar su dirigencia, sino que comenzó a experimentar la lejanía de su líder máximo, López Obrador, quien de plano, ya pintó su raya y se desmarcó de cuanto acontece al interior de ese proyecto de partido.
Hay que recordar que buena parte de los triunfos electorales del 2018, se deben precisamente al efecto López Obrador; si lo pierden –no sería la primera vez que el tabasqueño abandona un partido-, lo más seguro es que no tengan nada qué hacer en los comicios intermedios del próximo año.
Por otra parte –guste o no- hay que reconocer que aún en la lona, el PRI tiene el suficiente oficio y capacidad políticas como para capitalizar a su favor los errores de Morena y de la 4T. Lamentable porque, ese partido no cambia…
Mientras tato, el asunto de los fideicomisos que el Presidente propone desaparecer para disponer de los más de 60 mil millones de pesos, es uno más de los que desde la óptica presidencial se miran de manera indiscriminada.
Es como si el Presidente procediera según la frase con la que el general Francisco Villa resolvía dudas en relación a sus enemigos: “¡fusílenlos, aluego viriguamos”. En el fondo la decisión presidencial se justifica con el combate a la corrupción.
Es decir: al Presidente López Obrador le parece innecesario averiguar y en su caso comprobar si, en efecto, en todos y cada uno de esos fideicomisos hay o no corrupción.
No es de dudar que las corruptelas hayan ocurrido y ocurran aún en el manejo de esos millonarios fondos. Pero tal vez alguna consideración deberían tener aquellos que, por ejemplo, tienen que ver con la protección a luchadores sociales y periodistas.
O, desde luego, los que se aplican para la atención de casos de desastres naturales. ¿No es acaso que dependencias como la Secretaría de la Función Pública o la Auditoría Superior de la Federación tienen la misión de vigilar el uso de los recursos públicos?
En todo caso, ¿cuál es la necesidad de abrir nuevos frentes, de crear problemas?
Muy incómodo y más difícil caminar derecho con piedras así en… los zapatos.
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