Su estrategia sería así, incluso, un teatro, esto es, una puesta en escena en la que cada actor sabe bien su papel. Y su parlamento.
Las elecciones en el Estado de México y los dichos y sucesos siguientes, no serían sino la primera parte de esta farsa:
Hacer creer que la izquierda está dividida y que no tiene posibilidad alguna de reconciliación, de reunificación.
Habría sido, en todo caso, el primer movimiento, es decir, la finta, sólo para medir las reacciones y la fuerza del oponente.
Lo cierto, es que el tabasqueño sabe que no hay mañana, que la tercera es la vencida, sea que consiga la Presidencia o que se retire de la política.
Sería absurdo que tras dos derrotas electorales -en buena medida por sus propios errores-, López Obrador no hubiera aprendido la lección.
Tendríamos que suponer en este caso, que ya sabe cuánto cuestan la soberbia y posturas como la del todo o nada.
En este escenario caben todas las posibilidades, pero parece claro que con Los Chuchos no habrá nada.
La razón es que a ellos se debe que el PRD haya pactado con el Presidente Enrique Peña Nieto, con el PRI y con AN a favor de las reformas estructurales.
No habrá de pasar por alto el tabasqueño la privatización de las industrias petrolera y eléctrica, ni la agresión laboral al movimiento magisterial, por ejemplo.
Ir con ellos sería ir contra sí mismo: las causas que Los Chuchos respaldaron este sexenio, son precisamente la parte medular del discurso de López Obrador. Es cuestión de principios.
En este punto, llama la atención la actuación de la presidenta del PRD, Alejandra Barrales Magdaleno, toda vez que parece salirse del script, como que fuera por una ruta propia.
En sus declaraciones a los medios, la dirigente no ha dejado de llamar a la unidad con Morena a pesar de los descolones o rechazos que ha recibido como respuesta.
La senadora con licencia, es claro, no tiene fuerza propia, no la suficiente, al menos. Aquí la cuestión es ¿para quién actúa?
Si a su conducta se le ve como una apuesta de su futuro político personal, no parece acertado jugarla por Ortega y Zambrano.
Aunque nada está definido a poco más de un año de los comicios presidenciales, parece una mejor idea arriesgar por la reconciliación con Andrés Manuel.
Al mismo tiempo, dentro del PRD, comienza a tomar fuerza la rebelión contra el denominado Frente Amplio Opositor (FAO), más que nada por la presencia del blanquiazul.
Quién sabe si los antiguos cercanos colaboradores de Andrés Manuel -Dolores Padierna y René Bejarano-, tengan el propósito de quedarse con la dirección nacional perredista.
Lo cierto es que al frente de Izquierda Democrática –una de las tribus dominantes en el PRD- ambos encabezan una de las más fuertes posturas de rechazo al FAO, dentro de ese partido.
Como sea, todo se resume a que el tabasqueño haya sido capaz de someter su arbitrariedad y su tendencia al autoritarismo.
Si esto es así, es posible que escuche y atienda que, sólo, no va a ganar. En el PRD, me parece, ya lo saben.
Deja un comentario