Aunque el presidente Díaz, como ya se dijo, se enamoró del poder presidencial y quiso detentarlo sin límites, también buscó hacer de este país algo parecido a las naciones más desarrolladas de entonces. No obstante, existen numerosos agravios en contra de él, sin embargo la historia que hay detrás de su vida es insólita e hipnotizante.
Los datos oficiales señalan que nació en la ciudad de Oaxaca, que fue el sexto de siete hijos de José Faustino Díaz Orozco y María Petrona Cecilia Mori Cortés; que fue seminarista destacándose en la actividad física, matemáticas, lógica, gramática, retórica y latín; que, después de conocer personalmente a Benito Juárez, abandonó el Seminario para ingresar al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.
Además, fue maestro, bolero, armero ensamblador de rifles, carpintero y maestro antes de ser presidente; se casó con su sobrina Delfina Ortega Díaz, quien era casi 20 años menor que él y que tras la muerte de ella, se casó con Carmen Romero Rubio y habitaron en una casa barroca novohispana en la calle de La Cadena, en el Centro Histórico de las Ciudad de México, mandada a construir por el virrey Carlos Francisco de Croix.
Díaz Mori tuvo 16 nietos en total y tras su exilio se asentó en la ciudad de Paris, Francia, en donde yacen aún sus restos.
La historia de este hombre permite comprender un poco más su necesidad de control, tanto como hombre responsable de una extensa familia de mujeres, como líder o cabeza de un país en potencia, los siguientes son solamente algunos rasgos de la personalidad del presidente de tez moderan que en los últimos días de su vida lucía una piel más clara:
Durante la época del Porfiriato, se ejerció un fuerte control político, social, económico, militar y policiaco. Así, que usó al ejército y a la policía rural como instrumentos para mantener el control político del país. Con 50 mil soldados y 10 zonas militares en el país, tres comandancias y catorce jefaturas.
Porfirio Díaz reorganizó una policía secreta, quienes operaban como espías que se infiltraban entre la población usando vestimentas de ciudadanos comunes. Su tarea consistía en vigilar todo acto sospechoso, por lo que registraban cada movimiento.
A él se deben las celebraciones rigurosas de las fiestas patrias. Así, y con el fin de empalmar el homenaje del día de la Independencia mexicana con su cumpleaños, Díaz hizo recorrer el festejo para el 15 de septiembre, en vez del 16 de septiembre.
En el Porfiriato, se establecieron muchas de las costumbres de higiene que actualmente se practican. Como parte de la infraestructura de la ciudad de México y del ideal del general Díaz, se establecieron servicios de drenaje, alcantarillado, agua potable y pavimentación; además, ningún edificio o casa podía construirse sin esos servicios básicos.
Durante su gobierno, las cantinas y bares comenzaron a tener códigos de higiene para reducir brotes de enfermedades y situaciones violentas.
Cuando un grupo de inversionistas aragoneses visitaron México, Porfirio Díaz escaló únicamente con la ayuda de una cuerda, la Pirámide del Sol; Díaz tenía ya 70 años de edad.
De 1852 a 1853, Porfirio Díaz fue alumno de Benito Juárez en derecho civil en Oaxaca. Después se convirtió en un dolor de cabeza para Juárez, pues lo sobrepasó en hazañas guerreras
Cuando tenía ochenta años, con enfermedad en las encías, sordera y agotamiento físico, el general Díaz aceptaba su derrota en ciudad Juárez, apenas unos meses de su reelección y del inicio de la Revolución Mexicana.
Cuando era niño, un día se enfadó con su hermano por una trivialidad. En la noche, Porfirio le puso pólvora en la nariz y le prendió fuego; desde entonces se le llamó a su hermano Félix “El Chato” Díaz.
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