Y que en estos momentos del empoderamiento de las mujeres en México -un movimiento que encabeza la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo-, sin duda que resulta imperdonable, más cuando la fémina agraviada es nada más y nada menos que la hermana del ex gobernador de Morelos, Nidia Fabiola Blanco Fernández.
Y no es un tema menor, no solamente por el adversario formidable que el segundo Piso de la Cuarta Transformación tiene en esto momentos en el Presidente Trump, sino porque el asunto socava la credibilidad y la honorabilidad del movimiento morenista y de su líder López Obrador.
Hay que recordar que siempre guiado por las encuestas, el de Tepetitán Macuspana se impuso a todas y a todos dentro del Movimiento de Regeneración Nacional para definir en Cuauhtémoc Blanco al candidato a Presidente municipal de Cuernavaca, primero, y luego al aspirante a la gubernatura de Morelos.
Los sondeos ponían al ex futbolista hasta las nubes y para Andrés Manuel no hubo más: las cosas salieron como él quiso.
López Obrador no escuchó las advertencias de los morenistas de la entidad; tampoco de su dirigencia nacional y menos tomó en cuenta la falta de formación ética y política del ex delantero americanista y ni siquiera las malas compañías que ya desde entonces exhibía, algunas de las cuales tienen cuentas pendientes con la justicia.
Con Cuauhtémoc la gubernatura estaba ganada, aunque él no hubiera nacido en Morelos.
Pero quizás haya en esta crisis una gran oportunidad: si Cuauhtémoc Blanco resulta merecedor del desafuero, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tendrá que tomar la decisión de abandonarlo a su suerte, por más que sea una especie de ahijado de AMLO y por mucho que el ex Presidente decidiera reaparecer públicamente a consecuencia de este caso, para favorecer al ex mandatario de Morelos.
Es decir, en este caso, la Presidenta con “A” había dejar a las claras que la que manda es ella y que actúa en congruencia con la promesa de cero impunidad; ello significaría que, luego de desaforado, Blanco Bravo quedaría sujeto a proceso judicial.
Si no procediera de esa manera, la mandataria estaría abonando terreno para la suspicacia, pues nada raro sería que el ciudadano común pensara en cuántos más protegidos habría dejado el tabasqueño para que hicieran y deshicieran a sus anchas con absoluta impunidad.
Lo que está raro es que a Cuauhtémoc Blanco lo haya acusado el fiscal, Uriel Carmona Gándara, el mismo que, por decir lo menos, desatendió varias de las acusaciones que se hicieron contra el ahora ex gobernador, entre otras, la de estar vinculado con organizaciones criminales o la del desvío de recursos del erario público.
Más raro aún que, luego de que el fiscal Carmona Gándara solicitara el desafuero del ex gobernador, la mayoría morenista en el congreso local determinara destituirlo, algo que claramente debieron hacer antes.
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