Es muy difícil hacer periodismo en México.
A la inseguridad, los miedos, amenazas, atentados, asesinatos, de parte de la delincuencia organizada, hay que añadir infundios, ataques verbales, acusaciones, condenas –y más bien- las estigmatizaciones presidenciales.
Y con todo, no es todo: los periodistas debemos añadir las dificultades que plantean los tiempos actuales de transición hacia la modernidad tecnológica.
Esto es, la del internet, única alternativa para ocuparnos de éste, que el escritor Gabriel García Márquez, definió como el oficio más bello del mundo.
Y que nosotros elegimos, aprendimos y practicamos en un modelo industrial-empresarial, pero que de pronto se fue, se acabó y nos dejó sólo con habilidades, experiencia y vocación, mucha madurez… pero sin un lugar donde practicarlo.
Pero el internet suele fallar y cuando sucede, suele dejarnos fuera de la red, casi como si no existiéramos, y casi como si, de pronto, muriéramos.
Algo así nos ha pasado en México Legisla: las dificultades de la modernidad tecnológica nos alcanzaron, como cuando el corredor es tomado por sorpresa entre la segunda y la tercera bases y no tiene más que ser puesto en out, o sea, ¡fuera!
Y callamos, aunque no del todo: más bien nos fuimos a la congeladora, como si hibernáramos. Y, curiosamente, ahora que se acerca la Primavera, despertamos, reiniciamos, con mucho entusiasmo por el reencuentro con la vida.
Aquí estamos de nuevo, en lo que podríamos llamar nuestra “segunda temporada”, aunque seguramente para muchos, con suerte, no seremos sino, apenas, una novedad.
Vamos a retomar el quehacer periodístico tal cual lo aprendimos y lo ejercimos durante algunas décadas, con un mejor manejo de las herramientas tecnológicas, con un mayor rigor profesional en el tratamiento de la información y el desarrollo de los géneros periodísticos y vamos a ofrecer todos los ángulos posibles de esta compleja realidad.
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