Por Raúl Adorno Jiménez
Todo parece indicar que la comentocracia “no entiende que no entiende”, porque desde sus columnas periodísticas, opiniones radiofónicas y televisivas insisten en atacar desde cualquier flanco al gobierno de la Cuarta Transformación o más directamente al gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum, con lo que lo único que han logrado es desacreditarse más ante la opinión pública.
Pese a la feroz campaña que prevalece en la mayoría de los medios de información, que parece provenir desde las más altas esferas de los poderes fácticos, particularmente de los que tienen que ver con el poder económico, todavía se quejan que desde el gobierno federal se utiliza toooodaaaa la fuerza del Estado para promover su propia versión de los hechos que generan controversia en nuestra sociedad.
David Martín del Campo
Suman algo así como 2 millones y medio de mujeres. Tal vez un poco menos. Están en la casa y nadie nota (ni agradece) su presencia. Ni su labor diligente. Contaba Octavio Paz que una mañana en su estudio, mientras se afanaba tecleando la mecanográfica, oyó un ruido. Y como se suponía solo en casa, abandonó el escritorio para preguntar: “¿Alguien anda por ahí?”, y la respuesta desde no se hizo esperar: “No es nadie, señor. Soy yo”. De modo que la sirvienta era nadie, casi una presencia fantasmal.
El estreno de “Roma”, la última película de Alfonso Cuarón, trata de eso, precisamente, y su exhibición ha encendido nuevamente los ánimos en torno al lugar, y el trato, que ocupan las trabajadoras domésticas en el país. Es un modo correcto de nombrarlas, porque el uso las ha denominado de muchas otras maneras más o menos peyorativas… sirvientas, cocineras, muchachas, “chachas”, fámula, mucamas, criadas, hasta el despectivo de “gatas”, con el que concluye la cinta de Cuarón.
Herencia de los usos coloniales, la sirvienta ha sido una presencia ineludible en el seno de las familias (en México y en Colombia, en Bolivia y en Argentina) de cierto abolengo, o por lo menos de la clase media con aspiraciones. Su contratación, por regla general, es a la palabra; su desempeño, absoluto (mi amiga Susana Glantz inscribió a su muchacha en un curso de manejo, de modo que con la licencia de conducir, además de barrer el patio opera también como su chofer, vamos, su choferesa). Y decíamos que absoluto porque las labores a su cargo van de la limpieza hogareña a la mensajería, del abasto a la preparación de alimentos, del arreglo de casa al cuidado de los bebés, de los asuntos secretariales a la atención de los ancianos. Labores que, obviamente, las llevan a refrenar su vida sentimental (pues cohabitan en el mismo domicilio), y en esa templanza imperiosa se ven orilladas a sacrificar, muchas veces, la posibilidad del matrimonio. Es decir, perpetúan una suerte de semi-esclavitud de la que se ha escrito mucho.
David Martín del Campo
Progreso, trabajo, civilización. A eso se reduce todo el esfuerzo por salvar a la Patria (¿salvar?). En los años párvulos fuimos obligados a memorizar esa, quizá la más famosa composición del poeta Rafael López:
¡Oh, Santa Bandera, de heroicos carmines
suben a la gloria de tus tafetanes
la sangre abnegada de los paladines… (y que una estrofa después ensalza aquello de la brisa mostrando ya el símbolo de la paz de entonces; progreso, trabajo, civilización, como si un Vasconcelos redivivo).
Fue la paz porfiriana, que duró sus buenos 33 años, y que muchos añoran cuando ven a la patria (otra vez) mangoneada por los carteles neo-terroristas. La paz Porfiriana y la paz Trumpiana… “expúlsalos, y luego viriguas”.
Pablo Gato
Si la locura se define como repetir lo que no funciona con la esperanza de que sí funcione, los líderes de la UE y Gran Bretaña parecen responder a la descripción.
Tras su reunión para encontrar una paz al conflicto en Ucrania, salen con las mismas recetas que han fracasado durante tres años.
Exactamente las mismas: más guerra, más ayuda militar, más presión económica.
La guerra no ha funcionado.
Rusia la está ganando claramente.
Cada día se apodera de más territorio en Ucrania.
¿Más presión económica sobre Rusia? Ya han puesto decenas de miles de sanciones y Rusia no se ha debilitado sino claramente fortalecido.
¿Cese al fuego? Jamás ocurrirá antes de la firma de paz.
¿Enviar tropas a Ucrania? Los países europeos jamás de los jamases harán eso antes de la firma de un acuerdo ¿Van a enviar a sus soldados a un campo de batalla donde ya han muerto un millón de soldados? Jamás de los jamases.
La UE y Gran Bretaña están a la deriva y sin ningún líder que sepa proponer nada efectivo para detener este conflicto. Solo proponen más de lo mismo que lleva tres años sin funcionar. Su incapacidad impidió evitar una guerra totalmente evitable y ahora esa misma incapacidad impide concluirla.
¿Tiempo para nuevo liderazgo?