Rubén Vázquez Pérez
¡Vaya planteamiento que dejó la súbita renuncia de Jaime Cárdenas Gracia a la dirección del Instituto Para Devolver al Pueblo lo Robado!: uno de los cuadros más relevantes de la izquierda y decididamente comprometido con la Cuarta Transformación, decide abandonarla y se va, al parecer, sin posibilidad alguna de retorno, dada la -apenas contenida- reacción visceral del Primer Mandatario, Andrés Manuel López Obrador.
Al margen del tamaño del problema de corrupción interna a enfrentar dentro del mencionado instituto, Cárdenas Gracia dejó en claro que entre él y el Presidente de la República, hay una diferencia de fondo insoslayable y, acaso, insalvable o insuperable al menos por el momento: se trata del asunto de la lealtad que, desde la perspectiva del renunciante debe ser reflexiva mientras que para el mandatario no puede ser otra sino a ciegas.
Esto es: se trata no solamente de no cuestionar, no criticar la encomienda presidencial, sino que incluso, una vez dentro de la 4T, desempeñarse sólo de manera operativa, con la absoluta renuncia a hacer aportación alguna, aún si se advierte cómo mejorar procedimientos y, por lo que advirtió Cárdenas, incluso por encima de lo que disponen leyes y reglamentos.
Pablo Gómez
El mayor problema de algunos economistas y no pocos periodistas, así como de muchos políticos, es creer que vivimos una crisis económica en vez de un parón por decreto de Estado.
No puede haber crisis económica sin biografía. Todas inician antes de que las personas puedan darse cuenta del carácter de sus precursores. Siempre hay fenómenos económicos y sucesivas decisiones políticas que al final llevan a una crisis.
Rubén Vázquez Pérez
El proceso judicial iniciado contra Emilio Lozoya Austin es inédito. Sencillamente no hay precedentes. De los procesos que hemos sabido, comprobamos que se trataba de meras venganzas políticas, de asuntos que se resolvían en apenas unos días, con total desapego a leyes y normas. Y con una actuación sumisa de jueces y de todo el aparato judicial hacia la figura presidencial en turno, promotora de la vendetta.
Estábamos acostumbrados al espectáculo mediático. ¿Quién –por ejemplo- no recuerda la aparatosa detención del ex líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, con la utilización de elementos del ejército, en operativo similar al que -algunos años después- comenzó a usarse contra jefes del narcotráfico?
¿Y el posterior proceso que se le siguió a base de amenazas contra su integridad y la de su familia, amigos y parientes cercanos?, debido a lo cual aceptó firmar una declaración en la que se declara culpable de todo lo que se le acusaba:
Homicidio calificado, acopio y almacenamiento de armas para uso exclusivo del Ejército, introducción ilegal de aeronaves con valor superior a los 10 millones de dólares; evasión fiscal por más de 3 mil 500 millones de pesos y por atentar contra la seguridad nacional, según registro del portal Memoria Política de México, (http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/1/10011989.html).
A Lozoya -21 años después-, se le detuvo en Madrid mediante la colaboración de la policía española; se solicitó su extradición, ésta se concedió. Un avión fue por él y lo trajo de vuelta, previa escala –quién sabe para qué- en Ottawa, Canadá. Una vez en el país argumentó precariedad de su salud y fue internado en un hospital-hotel de lujo del sur de la Ciudad de México. Y ha comenzado a rendir declaración ante el juez. Y hasta ahora, no ha pisado la cárcel.
Pablo Gómez
Vigilar las elecciones es un mandato democrático que abarca a la ciudadanía entera. Procurar el respeto al voto genuino es un deber cívico de todos. Pero el INE parece no estar de acuerdo con esto.