Ahora a todo ello hay que agregar la intolerancia por las preferencias políticas: o se está con la 4T o en contra de ésta. No hay puntos intermedios e incluso el propio presidente así lo ha dicho.
La cosa es que mucho se han tensado las relaciones políticas, acaso hasta el punto del quiebre de lo poco de civilidad y concordia que nos queda a los mexicanos:
El Primer mandatario apuesta siempre por sus convicciones: la justicia, las leyes, la ética y la razón. Es muy terco y en ese terreno es muy difícil, si no es que imposible, ganarle una al tabasqueño.
La oposición, por su parte, desde el principio ha preferido la violencia verbal e incendiaria; las mentiras sistemáticas y las campañas mediáticas. Y muy poco ha logrado con eso.
Pero ahora, los adversarios de la 4T están reviviendo fantasmas como el miedo al comunismo en una alianza medieval con las élites más conservadoras y reaccionarias de la Iglesia Católica. Y han iniciado una ofensiva que mucho recuerda al macartismo estadunidense de la Guerra Fría e incluso a las hordas nazis que terminaron colocando a Adolfo Hitler en el poder.
Así, en medio de discusiones otrora ordinarias, no han sido pocos los núcleos familiares y de amistades que se han fracturado; Hasta podría hablarse de que las diferencias irreconciliables en política han incluso disuelto matrimonios. De manera que la reconciliación no tiene lugar ni oportunidad alguna en el núcleo de la sociedad.
no sobra recordar, empero, el origen de esta división en la sociedad mexicana:
Al otro día de que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ganaba la jefatura del gobierno capitalino e iniciaba su administración, columnistas y comentaristas en medos impresos y electrónicos ya lo estaban culpando de todos los males en la capital del país. Al otro día, apenas 24 horas después de su toma de posesión.
Incluso, antes, cuando Cárdenas salió del PRI y buscó la Presidencia de la República, se le llenó de descalificaciones y epítetos y se advertía que sería una catástrofe que dirigiera los destinos de la Nación.
Y hay que recordar, por último, que quienes primero contrataron a los especialistas españoles en campañas mediáticas basadas en el miedo, la desinformación y la violencia fueron los panistas, para llenar de lodo y oprobio la imagen pública de otro adversario: Andrés Manuel López Obrador.
El daño a la sociedad, así, está hecho: es ése insalvable abismo frente al cual, hasta ahora, nadie ha tendido puentes.
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