Es difícil que esta inacción gubernamental para resolver bloqueos no sea vista por el ciudadano común como una suerte de complicidad, sobre todo cuando entre los manifestantes se cuelan vándalos, verdaderos cavernarios que, sin más, arremeten contra el mobiliario urbano, contra la propiedad privada y aún contra los ciudadanos que los cuestionan aunque sólo los miren feo.
Llama la atención que en estos casos casi nunca hay detenidos y cuando los hay rápidamente recuperan su libertad y se les vuelve a ver en actividades vandálicas a la siguiente movilización.
Pero, sería interesante saber cuántas demandas o reclamos se han resuelto mediante la movilización o incluso mediante el vandalismo: la destrucción del mobiliario urbano y de no poca propiedad privada.
O más precisamente: ¿cuánto de todas estas exigencias han resuelto las autoridades gubernamentales, ya sea de la ciudad, de otros estados de la República o del nivel federal?
Todavía más precisamente: ¿cuántos asesinos o secuestradores –denunciados a gritos y en pancartas, incluso con fotos- han sido detenidos y procesados; cuántos violadores o abusadores de mujeres o niños han sido sometidos a proceso judicial?
¿Cuántos conflictos por la tenencia de la tierra ya fueron resueltos; cuántas huelgas, cuantos reclamos por violaciones a contratos colectivos de trabajo ya encontraron solución?; ¿cuántas denuncias por fraudes inmobiliarios o despojos de propiedades?
Si la autoridad gubernamental tiene ya resultados al respecto –esto es: eventuales soluciones-, querría decir entonces que las movilizaciones y aún el vandalismo tienen sentido; significaría que esa tipo de presión ciudadana –cavernaria podríamos llamar- los hace reaccionar y actuar en consecuencia.
Pero si no es así, lo único que hace el gobierno es dejar hacer y dejar pasar y de paso, empoderar sobre todo a los radicales que destruyen estatuas, pintarrajean monumentos, hacen añicos ventanales con total impunidad y de esa manera imponen su brutalidad a la ciudadanía y aún a la autoridad.
No están haciendo sino alentar a estos aprendices de delincuentes. O sea: crían cuervos…
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