A quienes están cerca de él pero piensan distinto –así sea apenas un poco distinto- los oye, si. Pero no los escucha.
La verdad, el mandatario ha hecho gala, a lo largo de toda su trayectoria, de una inteligencia que difícilmente le ha llevado a perder un debate o una discusión. Casi siempre sus argumentaciones son más sólidas, más de fondo. Y sobre todo, llenas de una convicción inquebrantable.
Y quizás esto último, la convicción, sea lo que al final de cuentas determine todas las decisiones que toma. Si no es eso entonces no queda sino la incapacidad para admitir la equivocación, el error propio.
No de otra manera se explica, por ejemplo, el dejar hacer y dejar pasar cuanto abuso y arbitrariedad comete la directora general de Notimex, Sanjuana Martínez, contra los trabajadores en huelga de la agencia de noticias del Estado.
La mañana del viernes último en su conferencia matinal, el mandatario fue prácticamente acorralado por una reportera que le cuestionaba su inacción ante el abuso que desde su cargo la funcionaria ha emprendido al propiciar el hostigamiento, con recursos gubernamentales, en contra de periodistas que la han exhibido públicamente.
A través de redes sociales –twiter en especial- colaboradores incondicionales de la directora de Notimex iniciaron, en el tono más violento posible, una campaña de hostigamiento, calumnias y desprestigio en contra de esos periodistas, entre quienes se encuentra, Carmen Aristegui, la más importante referente del periodismo en México.
Y hasta en dos ocasiones, el Presidente López Obrador eludió responder si, por lo menos, ordenaría una investigación sobre el mal uso de los recursos humanos y presupuestales de la agencia para emprender ataques, calumnias y los denuestos denunciados y documentados por periodistas.
“Es un asunto que se tiene que ir resolviendo entre todos”, respondió primero. “Bueno, ¿pero lo va a investigar?, insistió la reportera. Y la respuesta del mandatario fue que “sinceramente, es una confrontación de posturas; entonces, ya se va a arreglar, ya se va a arreglar”.
Pero no se arregló: los ataques contra los periodistas incómodos continuaron y, en el caso de Aristegui, se ha llegado al extremo de meterse con su vida privada: los bots han esparcido calumnias sobre la paternidad de su hijo, sobre un supuesto matrimonio de ella y una sarta de mentiras con el claro propósito de desprestigiarla; la comunicadora, empero, ha contestado cada mentira y difamación.
Peor le ha ido a Alejandro Lelo de Larrea, cuya trayectoria periodística de cuatro décadas, en medios impresos y electrónicos –siempre incómodo, agudo, crítico e irreductible- no significa nada para los bots de Sanjuana, quienes han ofendido su honradez a toda prueba e incluso han llegado hasta amenazar su integridad física, cuando le han hecho saber que conocen su domicilio y sitios que frecuenta.
El Presidente dijo que le cree a Sanjuana aunque –corrigió casi de inmediato- le cree a todos, incluso a Aristegui…
“Si vamos hacia una nueva normalidad, que sea sobre otras bases”, dijo el mandatario. Lo cierto es que desde la Presidencia de la República hay una clara renuencia a actuar en este caso: se ha optado por la inacción que en los hechos no es sino el obsequio de la impunidad.
Hay que recordar que además de los reportajes que documentan el uso de recursos de la Agencia Notimex para atacar a los adversarios de Sanjuana Martínez, hay una resolución de las autoridades laborales para que la aún funcionaria acate la legalidad de la huelga que llevan a cabo los trabajadores, por cierto, desde hace ya tres meses.
Claramente, la funcionaria ha pasado por encima de la resolución.
Lo incomprensible es que el Presidente no haya enmendado su error al haber designado a Sanjuana como nueva directora general de Notimex; ni siquiera ha ordenado que se le separe del cargo, en tanto se aclara el diferendo.
Al Presidente le cuesta trabajo admitir que se ha equivocado. Si eso no es arrogancia, ¿qué es?