Quizás sea exagerado plantear las cosas así, pero es preciso tomar en cuenta que desde hace algunos meses suceden hechos que en principio dimos por imposibles o cuando menos, pensamos muy poco probables:
Hace un año, por ejemplo, nadie creyó que Trump ganaría la candidatura para contender por el Partido Republicano, pero lo hizo; tampoco que podría derrotar a Hillary Clinton y se convirtiera en el nuevo Presidente de EU, pero sucedió; hace un año se dijo incluso que su lenguaje agresivo y soez contra los mexicanos, era sólo discurso de campaña y que si llegaba a la Presidencia, lo cambiaría. Y ninguna de esas suposiciones fue acertada.
El muro fronterizo aún no empieza a construirse, pero está dada la orden ejecutiva de hacerlo; no se ha impuesto gravamen fronterizo alguno; pero lo cierto, es que ya varias empresas extranjeras cancelaron inversiones en México; cada que Trump se refiera a México en redes sociales, provoca el debilitamiento del peso y la disminución de nuestras reservas monetarias. Y sus amenazas se dirigen también a inversionistas extranjeros para que en vez de invertir en nuestro país, lo hagan en suelo estadunidense.
Es decir: está claro el propósito de dañar a México; también, que el neoyorquino nos ve como su primer enemigo y que los mexicanos, somos su primer objetivo; sabe incluso que estamos divididos y que ésa es precisamente nuestra gran debilidad.
El gobierno mexicano, en tanto, navega al parecer sin brújula, entre cauteloso y diplomático, pero sin tomar iniciativa alguna. Incluso, la que tuvo Peña Nieto, la de cancelar la visita a la Casa Blanca el martes próximo, la perdió ante el nuevo presidente estadunidense, quien prácticamente se la arrebató de las manos, ante su indecisión y no obstante el clamor popular y el respaldo que el mandatario mexicano recibió de buena parte de la sociedad y aún de sus adversarios políticos, incluido Andrés Manuel López Obrador, para actuar en ese sentido.
Nadie pide que Peña Nieto se envuelva en la bandera mexicana y se lance al precipicio; algo así –y mucho menos- está fuera de su menú personal de opciones y es además, inútil; sólo debiera dejarnos sentir que sabe qué hacer, que no tiene dudas y que además del discurso, puede utilizar los recursos que le dan la ley y las enseñanzas que nos ha dejado la historia, a fin de no repetir aún más tristes capítulos.
Sería muy saludable y muy tranquilizador que además de las medidas para proteger a los connacionales en suelo estadunidense, Peña Nieto desplegara una estrategia que no sólo incluyera la diversificación de mercados; el fortalecimiento del mercado interno; las respuestas arancelarias y el impulso a la pequeña y mediana empresa, entre otras medidas.
Sería extraordinario que incluyera también un reforzamiento de la vigilancia fronteriza; un monitoreo permanente sobre las decisiones y movimientos de las fuerzas armadas estadunidenses y la intensificación de la preparación de nuestro propio instituto armado.
Porque aunque no estén muy afilados, ni sean tan grandes, a veces hay que mostrar los dientes….
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