Pasadas las 18:00 horas de este Domingo, las primeras encuestas de salida arrojaron cifras que daban a Claudia Sheinbaum Pardo una tremenda ventaja, de prácticamente dos a uno, sobre Xóchitl Gálvez Ruiz y se hablaba desde esos instantes de una copiosa votación que superaba por mucho la registrada hace seis años: de entre el 60 y el 65 por ciento del electorado.
Se hablaba incluso de que la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia alcanzaría al menos cinco millones de votos más de los que en 2018 obtuvo el Presidente Andrés Manuel López Obrador, esto es: 35 millones contra 30 que obtuvo el tabasqueño en 2018.
Horas más tarde, las cifras oficiales del Instituto Nacional Electoral lo confirmaron: la candidata de Morena-Partido del Trabajo y Partido Verde de México –de la coalición Sigamos Haciendo Historia- ganó la elección presidencial de una manera abrumadora. Y a medida que la tarde caía, el Zócalo capitalino comenzaba a vestirse de fiesta.
Las mismas encuestas de salida, más o menos a la misma hora, daban el triunfo a Clara Brugada en la disputa por la Jefatura de Gobierno de la CDMX y ella misma, en un anuncio, había dicho que, el promedio de ventaja que le daban las diferentes casas encuestadoras sobre Santiago Taboada era de 15 puntos porcentuales, algo que no confirmaron de inmediato las cifras del Instituto Electoral de la Ciudad de México y que en cambio se toparon con problemas en el funcionamiento de su PREP. Éste, cerca de la medianoche, no llevaba ni el uno por ciento de las actas computadas.
Del lado de la coalición PAN-PRI-PRD que impulsó a Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz y a Santiago Taboada para a Presidencia y la Jefatura de Gobierno, respectivamente, se veía también un ánimo triunfalista: brazos en alto, la algarabía de la victoria y muchas sonrisas. Pero también una que otra cara larga y seria, como la del perredista Jesús Zambrano, un rostro que así silente y nervioso –los hombros colgados-, decía algo más con menos optimismo que sus aliados. Las horas siguientes comenzaron a contagiar de desánimo a panistas y priístas y a sus candidatos que entonces a entraban en silencio.
Cuando se declaró la conclusión de la votación y el cierre de casillas electorales en todo el país, la consejera presidenta, Guadalupe Taddei Zavala, llamó a las y los actores políticos, a las candidaturas y a sus equipos a mantener la serenidad y el respeto por los procedimientos establecidos.
“Es fundamental que actúen con mesura, con prudencia y con responsabilidad; la grandeza de una democracia se mide, no sólo por la participación, sino también por la capacidad de sus actores para respetar las reglas del juego y aceptar los resultados con madurez y responsabilidad”, recomendó.
Hasta entonces la coalición que impulsó a Gálvez Ruiz había dado un par de mensajes: en el primero, la propia Xóchitl se mostró optimista; su correligionario Marko Cortés, presidente del PAN habló incluso del triunfo en seis de nueve gubernaturas; Zambrano no estaba tan convencido. Y para el segundo mensaje, Xóchitl ya no salió, tampoco lo hicieron sus hijos ni ninguno de sus colaboradores cercanos.
Al mismo tiempo alguno de sus voceros -que sin duda veían inevitable la debacle-, como un alterado y fuera de sí Héctor Aguilar Camín, comenzaron a adelantar –en una mesa de debate de Televisa- que esta elección debía ser severamente cuestionada en el plano judicial, lo que en otras palabras significaba que van a llevar los comicios a los tribunales no sólo del país, sino también a los internacionales, por ejemplo el de la OEA, históricamente definida a favor de las derechas y los conservadores de cualquier nación del continente americano.
Pero, por lo pronto, ya era tiempo de celebrar. Y Claudia y su equipo se dirigieron en medio de la multitud que la vitoreaba, en medio de la alegría, al Zócalo.
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