Afirma el estudioso que son muchas las fortunas que se han acumulado en el IEEM como premio a la sumisión, la lealtad o la traición a sus antiguos aliados. Y que la apariencia de rijosos opositores que ofrecen en cada reunión de trabajo y cada plenaria de ese instituto, deviene en la posibilidad a futuro de obtener más recursos o cargos administrativos para sí mismos, aunque disfrazados de apoyo a la ciudadanía.
Su sueldo, dice, es el equivalente al de una consejería, pero además perciben “bonos bimestrales, compensaciones por proceso electoral, vehículos, gasolina, peajes y cuantiosos gastos de representación. Todo esto a cambio de que sigan simulando ser férreos opositores, cuando en realidad lo que hacen, salvo excepciones, es legitimar una y otra vez al sistema a cambio de tajadas de poder”.
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Francisco Cruz Jiménez, periodista de sólida formación, desarrolló el segundo de los ensayos políticos de “El Regreso al Infierno Electoral”. Cruz Jiménez se inició en El Noticiero de Toluca y El Heraldo de Toluca; fue también corresponsal en Colombia, Texas y Miami para Notimex agencia en la que igualmente fungió como subdirector de edición y redacción; colaboró con el periódico Reforma como gerente de información política de Infosel; en El Universal fue director de contenidos del portal de Internet, en Diario Monitor fue coordinador general de información y hasta octubre de 2007, editor general del periódico El Centro.
En este segundo análisis –titulado, “Secretos del Imperio”-, Cruz Jiménez hace un relato histórico muy puntual del surgimiento de la organización política que en el Estado de México controla todo lo relacionado con política y negocios, el tristemente célebre Grupo Atlacomulco.
Los orígenes de éste, recuerda el autor, se hallan en el atentado que costó la vida al gobernador mexiquense, Alfredo Zárate Albarrán, quien había emprendido el fortalecimiento de un bloque de gobernadores en defensa de la expropiación petrolera, cuando había concluido el sexenio cardenista, todo lo cual lo enfrentó con el presidente sucesor del cardenismo, Manuel Ávila Camacho.
A la obscura investigación sobre el asesinato del mandatario estatal, siguió una aún más obscura maniobra de “cañonazos” de a 10 mil pesos –orquestada por el mismísimo Presidente Ávila Camacho-, a fin de convencer a diputados locales de contravenir la Constitución e incluso reformarla de manera “exprés” o expedita, con el propósito de imponer en el gobierno del Estado de México a Isidro Fabela como gobernador sustituto.
Se inició así todo un estilo de control férreo por parte del Grupo Atlacomulco que entre sus primeros integrantes tuvo al entonces taxista Alfredo del Mazo Vélez, quien de esa modesta posición –era quien recogía el dinero en la Tesorería y lo entregaba luego a los legisladores a fin de que aprobaran lo que fuera necesario para darle un cariz de legalidad al nombramiento de Fabela- pasó a convertirse en Secretario General del Gobierno del Estado de México, encabezado ya por el nuevo gobernador sustituto.
Análisis y revelaciones como las reseñadas conforman el contenido de este libro oportuno –dada la cercanía de los comicios la vecina entidad- y ofrecen los elementos necesarios para entender lo que habrá de suceder en el proceso de relevo del Ejecutivo estatal: unos comicios que muy difícilmente serán limpios y cargarán más bien con la huella del desaseo que dejarán la corrupción, las traiciones, las complicidades y hasta la violencia. (Rubén Vázquez Pérez)
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