La saga de esta historia se dio a principios de los 1890, en Tacubaya, cuando a un oficial del ejército tomó el reto armamentísticos más importantes del mundo, en aquel momento: la creación de un rifle automático (metralleta) de infantería confiable.
Ese joven no tenía mucho material con qué trabajar, porque en ese entonces. México era un país pobre, aquejado por múltiples conflictos civiles y antagonismos sociales. Era el país un Estado semi agrario, sin capacidad de producción industrial, y sin un conocimiento técnico que sirviera como plataforma para el desarrollo tecnológico de lo que le estaban solicitando.
Había otro detalle, además: las metralletas aún no habían sido inventadas. Es más, aún se estaban perfeccionando el fusil monotiro (los rifles donde una pulsación del gatillo produce una bala, sin necesidad de recargar manualmente).
México era gobernado por el dictador Porfirio Díaz, el cual—en un intento de asegurar prestigio, fama y seguridad— apoyó los esfuerzos de ese joven que respondía al nombre de Manuel Mondragón.
Tres años después, Mondragón presenta el primer rifle automático, lo cual catapulto su fama a un escenario, cuando los diseñadores de armamento profesionales de Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos seguían trabajando sobre el tema del rifle monotiro.
Empero, aunque se diseñó en México, no había fábricas capaces de montar un equipo tan sofisticado, por lo que se enviaron los diseños a Schweizerische Industrie Gesellschaft (SIG) en Neuhausen, Suiza. Allá Mondragón entabló amistad con el director del Centro de Pruebas Armamentísticas en Thunn, y le ayudó a diseñar un cartucho adecuado para el novedoso rifle.
El resultado tuvo sus altas y bajas. Pateaba demasiado, requería bastante mantenimiento, y el funcionamiento estaba ligado a la calidad de las balas. Si había una bala de mala calidad que no generara la suficiente presión, no existiría suficiente energía para cargar la siguiente bala
Aunque por otra parte, si se mantenía presionado el gatillo, se vería a los adversarios caer uno a uno. Otra cualidad inesperada fue que el rifle era extraordinariamente preciso. Por cierto, durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania agregó a este rifle una mirilla y lo usó en modo monotiro como rifle de francotirador.
En tanto, Mondragón siguió patentando varias armas, algunas de las cuales se pueden encontrar ahora en Google Patents. El más curioso es una bayoneta/pala, que según Mondragón serviría para cavar trincheras, acuchillar enemigos, y cortar madera o cables (cada uno de los bordes tenía un filo especial para cada acción).
Mondragón también diseñó el cañón Saint Chaumond-Mondragón que cincuenta años después de su diseño seguiría en uso por el ejército de Israel en la guerra contra Palestina. Por cierto, debido a su origen mexicano, los israelís lo apodarían La Cucaracha.
A la par, en tanto, Porfirio Díaz no pudo contener la gran olla de presión que era México a principios del siglo pasado, y en 1910 estalló la Revolución Mexicana. Mondragón estuvo—evidentemente—del lado del dictador que lo apoyó en su camino a la fama. Sin embargo, en 1913 Madero triunfó e instauró un brevísimo régimen democrático, solo para ser derrocado y asesinado a manos de un compañero revolucionario suyo: Victoriano Huerta.
Huerta instauró una nueva dictadura e hizo a Mondragón General del Ejército Mexicano, aunque fue exiliado tras la derrota del huertismo a manos de los contrarrevolucionarios y los rumores de que él quería dar un golpe de Estado. Entonces se fue a España, donde murió en 1922, no sin antes haber recibido la orden de la Legión de Honor del gobierno Francés.
Así, tras un año de dictadura, Victoriano Huerta renuncia, bajo las presiones de batallas perdidas y un pueblo enardecido por sus actos de corrupción. Huye del país y tras un par de años planeando cómo llevar a cabo otro golpe de Estado en México, muere de cirrosis.
Mondragón, por su lado, fallece en la deshonra nacional, pero con el reconocimiento internacional de haber sido un excelente ingeniero de armas, que aporto al mundo y a la posteridad armas más efectivas.
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