Así le han sucedido a México un par de veces –cerca estamos de la tercera, por cierto-; a Brasil y a Argentina; los chinos han tenido las suyas. Y de Europa hay que recordar que alarmas y focos rojos se encendieron no hace mucho por la crisis desatada en la empobrecida Grecia, cuna de la cultura occidental.
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El empresario neoyorquino ignora, acaso deliberadamente, que los automóviles de Chrysler o General Motors hasta ahora producidos en México, son competitivos por su bajo costo de producción, es decir, porque en territorio mexicano se pagan sueldos al menos seis veces más bajos de los que se pagan en Estados Unidos.
La oferta de apoyar con créditos gubernamentales a quienes trasladen de México sus inversiones y plantas productivas a la vecina nación del norte, significa que habla de subsidiar la producción; esto es, de mantener competitivos costos y precios, al nivel de los que tienen cuando se producen en México.
O sea: será con los recursos que obtenga del presupuesto, como el magnate estadunidense cubra el diferencial que la realidad económica convierte en ventaja mexicana para atraer las inversiones extranjeras. De esa manera Trump espera generar los empleos que ha prometido a sus compatriotas. Y esos recursos presupuestarios no tienen otro nombre que el de subsidios.
Eso significa que para cubrir los salarios de los siete mil empleos que, por ejemplo, este Miércoles anunció General Motors creará por llevar de vuelta las inversiones a su país, se requerirá de 34 millones 564 mil 802 dólares, sólo por un día de trabajo y eso, en el supuesto de que los trabajadores cubran una jornada laboral de ocho horas.
Pero General Motors emplea a varias decenas más de miles de trabajadores, lo mismo que Ford Motor Company o cualquier otra armadora de cualquier otra nación, de manera que en esa misma proporción tendrán que multiplicarse los recursos presupuestarios, vía subsidio, para retener las inversiones en EU y pagar los respectivos empleos.
Hay que entender además que en este caso, sólo nos referimos a la industria automotriz, porque el presidente electo estadunidense sin duda contempla aplicar medidas similares en otras ramas industriales. Así que no parece ocioso preguntar si la economía estadunidense tiene la capacidad para concretar un esquema así.
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”En una sola hora, un trabajador con el salario mínimo en Estados Unidos gana 57 pesos más que un mexicano en todo un día…”: Artículo Empleo en EEUU vs. México: Una diferencia abismal de Ana Gabriela Jiménez Cubría en la revista Merca2.0 http://www.merca20.com/empleo-en-eeuu-vs-mexico-una-diferencia-abismal/
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Por lo demás habrá que añadir un par de cosas: una, los severos efectos “de contagio” que en buena parte del mundo tuvieron crisis de naciones más pequeñas; imaginemos ahora los efectos de la que estaría por desatar Donald Trump, una vez instalado en la Sala Oval de la Casa Blanca.
Y, dos, que si verdaderamente ése es su proyecto, estaría pervirtiendo la naturaleza de los subsidios: es decir que, en lugar de destinarlos para dar acceso a los pobres a servicios fundamentales como alimentación, salud, educación y transporte, los habrá de desviar hacia los grandes empresarios e inversionistas, presuntamente, para generar empleos.
En México sabemos que ese argumento no pasa de ser parte de un bonito discurso…